Desde 1938 el doctor Leo Kanner se interesó por los niños que presentaban sintomatología caracterizada por aislamiento, necesidad de inmutabilidad, tendencia a la ritualización, retraimiento, alteraciones en el lenguaje, ansiedad ante el contacto si interrumpen sus repertorios conductuales o momentos de aislamiento, con posibles reacciones fuertes e irascibles; encuentra que estos síntomas no necesariamente tienen un compromiso intelectual. Esto fue materializado en 1943 por L. Kanner en su artículo “ trastorno autístico del contacto afectivo”, luego de estudiar 11 niños con dicha sintomatología.
En 1944 el doctor Hans Asperger observó igualmente una cohorte de niños que presentaban una dificultad para establecer relaciones con otras personas y compartir sus emociones. En contraste con estas dificultades él encontraba altas competencias en sus pacientes.
Leo Kanner y Hans Asperger hicieron del autismo una descripción exhaustiva como entidad clínica, abriendo la puerta a investigaciones y estudios posteriores remarcables. así desde 1975, el autismo fue reconocido dentro de las categoría de psicosis específicas del niño .
Hoy en día, muchos diagnósticos relacionados se integran dentro de una misma categoría, en los Trastornos de Espectro Autista, llevándonos a presenciar una proliferación de diagnósticos de autismo, donde se extienden un espectro de manifestaciones en el que el común denominador la presencia de dificultades sociocomunicativas y repertorios comportamentales repetitivos, estereotipados o llamados inusuales que compromenten el acceso del sujeto a la intersubjetividad, y en otras palabras, el acceso al discurso socialmente compartido, quedándose al margen del lazo social habitualmente compartido, pero no sin eso poner un sello propio que hace parte de su individualidad y forma de ver el mundo y relacionandose con el, por lo que desde la práctica clinica, venimos ocupándonos de los autismos.
En el diagnóstico y abordaje de las distintas expresiones del autismo, se requiere siempre una comprensión desde un modelo polifactorial y por tanto, una aproximación interdisciplinar
El psicoanálisis incluso, lo aborda de manera efectiva a pesar de las múltiples controversias ante lo que nuestro psicoterapeuta, Henry Giraldo reflexiona:
Podría resultar paradójico pensar la manera en que el psicoanálisis, práctica ligada a las palabras dichas desde el diván, puede tener efectos en alguien que no habla o cuya cualidad del lenguaje está comprometida. Lo que sucede es que el sujeto autista, aunque no hable, se encuentra igualmente dentro del lenguaje. Esto puede resultar paradójico, pero el lenguaje no es solamente lo que se dice a través de la palabra sino también lo que queda por fuera de su articulación. Quiero poner un ejemplo más preciso de esto.
Desde la década de los 90’s hacia acá se ha venido produciendo una silenciosa revolución en la aproximación a los autismos. Esta revolución se debe a las publicaciones realizadas por autores y autoras conocidas como autistas de alto funcionamiento o con síndrome de Asperger. Personas como Donna William o Temple Grandin. La imagen del autismo dejó de ser representada como un trastorno mental grave para asociarse a una forma de “genio atípico” incluso. El Asperger, desconocido hasta entonces, se empezó a considerar como una forma “atenuada” de los autismos.
Ya se habrán percatado que no hago alusión a el autismo, sino a los autismos. Y es que estas mujeres que mencioné con anterioridad, a través de sus obras, nos enseñan que aquello que llamamos autismo son realidades muy diversas: mundos llenos de distintos colores, en donde cada mirada y sonrisa ocultan un universo singular construido al ritmo de melodías que sólo ellos refieren entender.
Por ejemplo, Donna Williams, en su libro “Alguien en algún lugar”, describe que para ella el aire estaba lleno de pequeñas manchas. Si miraba el vacío veía manchas. La gente que pasaba le impedía verlas, por lo que miraba más allá de su presencia para concentrarse en las manchas.
Las personas se reducían a un catálogo de ruidos sin sentido. Se esforzaba por no estar más allí. Uno de sus problemas principales era cuando las demás personas esperaban una respuesta por parte de ella, porque allí el mundo le resultaba intrusivo y no comprendía lo que decían, por lo tanto, solo lo repetía. Así que construyó una forma de responder: con llantos, gritos o contestaba con indiferencia y huida. La madre, sin lograr entender lo que le pasaba, la golpeaba para intentar acallarla o para sacarla del estado de aislamiento, solía gritarle cuando ella repetía palabras porque pensaba que se estaba burlando de los demás.
Además, el texto de Donna Williams permite comprender la razón por la que los y las autistas tienen una fijación con el orden y la clasificación de objetos, así como también el por qué de los movimientos que algunos apodan como manierismos: para ella tenían la intención de mantener las cosas siempre iguales. Utilizar movimientos en el cuerpo que los demás llaman “estereotipias o manierismos” como balancearse, sacudir las manos, pegarse la cabeza, dar pequeños golpes sobre los objetos, golpearse la barbilla, entre otros, le brindaban sentimiento de seguridad y disminuían la tensión; lo que nos lleva a preguntarnos, si pretendieramos trabajar con el paciente para “eliminar” estas expresiones, como acompañariamos el manejo de la angustia?
Esa fue entonces su forma de resolver su relación con el mundo. Cada sujeto autista encuentra una solución y siempre es una elaboración propia y singular. En ese sentido, imponer puentes de comunicación que unan nuestros mundos puede resultar no solo intrusivo sino más perjudicial y doloroso. Es por esto que desde el psicoanálisis respetamos la singularidad del sujeto que sufre y que desde su malestar, ha intentado construir un modo de alivio a ese dolor. Escuchamos lo que se articula en palabras y lo que no se articula en palabras, dándonos el tiempo para intentar aprehender algo de ese enigmático mundo de quien nos permite acompañarlo en su camino, dejándonos sorprender y aprendiendo de las muchas formas de las que se puede estar en el mundo. En Vedana, no pretendemos que el sujeto se adapte, navegamos con el en su propio funcionamiento, y juntos pensamos nuevas maneras de enfrentar el malestar donde lo social y las demandas que conlleva, resulta desafiante pero no necesariamente angustiante.
Como se puede notar, este no es un escrito que pretende una ventriloquia de los autismos, pues estas letras, serían entonces, un retroceso del camino avanzado por ellos y ellas en su lucha de hacerse escuchar desde sus formas de estar en el mundo. Por tanto, a modo de cierre, quiero dejar, como recomendación, algunos documentales y que podrán revisar aquellos que deseen sumergirse en el enigma de los autismos pues solo asi, podemos acompañarlo.
Recomendaciones
Documentales:
• Una vida animada.
• La razón por la que salto.
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